que amenaza la salud pública y el
desarrollo. “La escasez de agua, el
agotamiento de los suelos, la pérdida
de los bosques, la contaminación del
aire y del agua y la degradación de las
costas afligen a muchas áreas. A me-
dida que la población del mundo cre-
ce, la mejora de los estándares de vida
sin destruir el medio ambiente es un
desafío a nivel mundial”, subraya SDL,
una de las consultoras de negocios in-
ternaciones más prestigiadas, con 70
oficinas en 38 países y mil 500 clien-
tes, entre éstos 42 de las 50 multina-
cionales más poderosas del planeta.
Y agrega que la mayoría de los países
desarrollados consumen recursos mu-
cho más rápidamente de lo que pueden
regenerarse y los que están en vías de
desarrollo con un rápido crecimiento
poblacional, afrontan el reto urgente de
mejorar sus estándares de vida los que
desgraciadamente a falta de recursos
para la educación y el bienestar social,
los obligan a destruir, arrasar y conta-
minar sin saber que son precisamente
estas acciones las que terminarán por
acabar con cualquier posibilidad de
avanzar hacia un cambio de vida en sus
economías, salud y bienestar. Así como
explotamos la naturaleza para satisfa-
cer las necesidades actuales, estamos
simultáneamente destruyendo los re-
cursos necesarios para el futuro.
Población y
desarrollo sostenible
Ambientalistas y economistas coinci-
den en que los esfuerzos por proteger
el medio ambiente y lograr mejores es-
tándares de vida están estrechamente
vinculados y se fortalecen mutuamen-
te. Una disminución de la población,
en particular frente a la creciente de-
manda per cápita de los recursos natu-
rales, puede aliviar la presión sobre el
medio ambiente y ganar tiempo.
En tanto se logre bajar el índice de la
explosión demográfica, los países pue-
den invertir más en educación, salud y
creación de empleos. Al mismo tiempo,
sugieren, se debe crear una dinámica
para propiciar que los ingresos indivi-
duales, el ahorro y la inversión, se cana-
licen hacia la obtención de más recursos
y así aumentar la productividad.
Es indispensable entonces que —co-
mo sucedió en varios países asiáti-
cos— se promueva un crecimiento
más lento de la población. No obstante
las críticas predicciones de una pobla-
ción mundial por encima de los diez mil
millones para 2050, e incluso antes, en
los últimos años, la fecundidad dismi-
nuyó en muchos países en desarrollo y,
en consecuencia, el crecimiento de la
población mundial se redujo en aproxi-
madamente un 1.4 por ciento al inicio
de este siglo.
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