cambio climático
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Para la década de 1990 se tenía conoci-
miento de los estragos que en la atmós-
fera, y por ende en el clima, estaban
haciendo los gases de efecto inverna-
dero... ¿Por qué no hubo entonces una
recapitulación de la conservación para
dejar atrás la visión exclusivamente bio-
lógica, es decir, monocriterial, donde
sólo los seres vivos eran objeto de pre-
servación, para incluir factores físicos
como la hidrología, las rocas, los sue-
los, el relieve y el clima; elementos tam-
bién constitutivos de los ecosistemas?
Si además estaban plenamente identi-
ficados los errores de las cuatro etapas
históricas de los programas ambien-
tales: 1) desarrollo rural con justicia
social y bienestar (1930); la reforma
agraria; 2) crecimiento agrícola y pes-
quero (1940-1960) con altos costos
ambientales; 3)
boom
de la producción
de carne (1960-1980) con el pico de la
deforestación, y 4) estancamiento rural
(1980-1990), y a partir de 1990, el fin
de la distribución agraria, la liberación
de los mercados, acuerdos ambienta-
les en foros multinacionales y compra
indiscriminada de suelos por multina-
cionales. La mala implementación de
los programas de conservación para
protección de la biodiversidad, generó
degradación ambiental sin bienestar
social ya que, excepto en pesquerías
y forestería, la biodiversidad carece de
un valor económico para las comuni-
dades que cohabitan en ellas; esto
explica por qué en las 34 regiones del
mundo que concentran la mayor biodi-
versidad, la extensión de sus hábitats
naturales ha perdido 88 por ciento de
su cobertura original.
Los límites
de la conservación
Hay la conciencia sobre la necesidad
de conservar la biodiversidad existen-
te, pero es poco lo que se sabe so-
bre cómo hacerlo. Ante tal ignorancia
el mundo ha aceptado la creación de
redes nacionales e internacionales de
áreas protegidas, como una respuesta
fácil al tamaño del problema. Sin em-
bargo, poco se ha cuestionado sobre
su eficacia; las únicas reglas aceptadas
son: que más áreas son mejores que
menos y las extensiones más grandes
son mejores que las pequeñas. En el
mundo existen 105 mil áreas naturales
protegidas en 220 países, con una ex-
tensión equivalente a 11.5 por ciento
de la superficie terrestre; sin embargo,
existen serias dudas acerca de si esta
superficie garantiza la mínima repre-
sentatividad de la biodiversidad total
del planeta; ya que el porcentaje de
especies de mamíferos, aves, repti-
les, anfibios y plantas excluidas en el
sistema global de áreas naturales pro-
tegidas es superior a 12.2 por ciento,
sin contar hongos, microorganismos e
insectos, lo que podría elevar la cifra
hasta 67 por ciento.
