Sostenibilidad

Cleantech, un ecosistema emergente que sirve como vacuna contra el cambio climático

  • La directora de la iniciativa “Cleantech for Iberia”, Bianca Dragomir, señala que la irrupción de las tecnologías limpias puede solucionar la crisis climática

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Las cleantech son tecnologías limpias que sirven para mitigar el impacto de la humanidad sobre el medioambiente. Se trata de tecnologías que sirven tanto para la descarbonización del planeta como para la adaptación al cambio climático.

Una innovación que se aplica en sectores como la industria, la agricultura, la movilidad o la logística. “Actualmente la humanidad emite alrededor de 52 000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año, y estas toneladas se tienen que reducir a cero para alcanzar la neutralidad climática”, afirmó la directora de “Cleantech for Iberia”, Bianca Dragomir. Esta iniciativa tiene como objetivo impulsar y liderar el desarrollo de las tecnologías más limpias en España y Portugal. “Las tecnologías limpias ayudan a todos esos sectores que producen esas emisiones de CO2 en su transición”, añadió.

Para la experta, las cleantech son “fundamentales para lograr la neutralidad climática, igual que lo es su escalabilidad, porque actualmente tenemos las tecnologías que necesitamos para actuar sobre el cambio climático o para esa mitigación de emisiones. Pero lo que necesitamos es desplegarlas en el mercado a escala”, indicó.

Cleantech y climatech: ¿En qué se diferencian?

En cuanto a las climatech o tecnologías climáticas. Bianca Dragomir explicó que “son hermanas pero no gemelas. Mientras que las climatech nacen para mitigar el cambio climático —como las tecnologías de captura de carbono o las tecnologías de reforestación—, las cleantech tienen un espectro más amplio. Abarcan no solo, por ejemplo, energía para mitigar estas emisiones, también el ciclo del agua, la gestión de residuos, la economía circular, la biodiversidad”, por lo que no todas las climatech son cleantech, pero las cleantech engloban a todas las climatech.

Para distinguir las tecnologías convencionales de las climáticas o las limpias, es clave tener en cuenta que estas dos últimas son emergentes y que, por tanto, están en proceso de ser rentables:

“Tienen un coste muchas veces superior a las tecnologías tradicionales. Eso es lo que ha pasado antiguamente con la tecnología solar, que era más cara que las energías convencionales y que, poco a poco, gracias a su competitividad y escalabilidad, ha llegado a ser incluso más competitiva”, afirmó la experta, además de añadir que “ese gap entre el coste de una tecnología tradicional y una tecnología limpia e innovadora lo llamamos el green premium o la ‘prima verde’. Ahí es donde la inversión y los gobiernos tienen que actuar precisamente para hacer esas tecnologías competitivas y que puedan escalar en el mercado”.

En la actualidad, las tecnologías limpias se están aplicando en el almacenamiento de energía solar, en la creación de combustibles sostenibles —a partir de aceites reciclados o algas— para la aviación con el objetivo de sustituir el queroseno, o en la fabricación de acero verde utilizando el hidrógeno verde. En relación con el almacenamiento energético, además de ser fundamental para la descarbonización, supone dar respuesta “a la volatilidad de la red eléctrica y a la intermitencia de las energías renovables. Muchas veces, y sobre todo en España, producimos tanta energía solar que la propia red es incapaz de absorber y gestionar toda esta energía que se está produciendo en días muy soleados. Por lo tanto, se está desperdiciando. Este almacenamiento de larga duración da solución, pudiendo almacenar esa energía hasta 100 horas. De tal forma que podamos consumirla en función de nuestras necesidades”, indicó la experta.

Fotografía: BBVA

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