Ciencia y tecnología

Las microalgas pueden capturar cerca de 100 gigatoneladas de CO2

  • Las microalgas son capaces de descontaminar, almacenar CO2 y ayudar a frenar el cambio climático. Además, generan biocombustibles y mejoran alimentos y cosméticos

BBVA Sostenibilidad

El primer eslabón de muchas de las cadenas alimentarias del planeta es tan pequeño que resulta totalmente imperceptible a nuestros ojos. Es tan pequeño que ni siquiera se puede medir en centímetros o milímetros: lo hacemos en micras, una medida que equivale a la milésima parte de un milímetro. Se trata de las microalgas, organismos unicelulares que aparecieron por primera vez en la Tierra hace más de mil millones de años.

Desde entonces, las microalgas han realizado un papel fundamental para garantizar alimentos y mantener el equilibrio de la naturaleza. Hoy, estos organismos milimétricos se han convertido además en una herramienta para frenar el cambio climático, eliminar contaminantes del agua y garantizar una fuente sostenible de proteínas con las que alimentar a toda la población mundial.

Puede que, en unos años, muchos de nuestros alimentos tengan como base las microalgas. Para conseguirlo, es necesario vencer barreras tecnológicas, pero también sociales. Entre preguntas relacionadas con la sostenibilidad de los procesos o las técnicas de procesamiento, resuenan otras cuya respuesta depende en gran medida de los consumidores. ¿Estamos dispuestos a que estos organismos diminutos pasen a formar parte de nuestra alimentación?

Una base diminuta con mucho potencial

Las microalgas son organismos fotosintéticos unicelulares que suelen ser muy pequeños, con tamaños que oscilan entre las 0.2 y las 2 micras (aunque algunos tipos pueden formar filamentos y crecer hasta ser más grandes). A pesar de que la palabra alga nos lleva a pensar directamente en el agua del mar, lo cierto es que estos organismos pueden crecer en agua dulce y en aguas residuales, incluso en condiciones extremas de pH, salinidad y temperatura.

Las microalgas son similares a las plantas terrestres porque contienen clorofila y necesitan la luz del sol para crecer. De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), la mayor parte de las microalgas flota en la parte superior del océano, donde la luz del sol penetra en el agua.

“Hoy en día, estos compuestos reciben mucha atención debido a su amplio potencial”, explica Milagros Rico Santos, doctora en Ciencias Químicas por la Universidad de La Laguna y profesora en la Facultad de Ciencias del Mar y en la Escuela de Ingeniería Industriales y Civiles de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. “Permiten una amplia gama de aplicaciones, que van desde la producción de compuestos biológicos, biodiésel, hidrógeno y biofertilizantes hasta el tratamiento de aguas. En la industria alimentaria, se emplean para mejorar la textura o el contenido nutricional, y sirven también como suplemento en la alimentación animal”, enumera Rico.

Un aliado en clave medioambiental

Las microalgas, al igual que tantos otros organismos que resultan invisibles a nuestros ojos, juegan un papel fundamental en el complejo equilibrio del medioambiente. Entre sus beneficios, hoy en día llaman la atención principalmente dos: su potencial para descontaminar el agua y su capacidad para capturar y almacenar dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y evitar que este siga acelerando el cambio climático.

El crecimiento de la población humana, el aumento de nuestro consumo y las consecuencias del cambio climático han provocado una importante escasez de recursos hídricos aptos para el consumo directo. Obtener agua potable con el menor uso de recursos posible será, sin duda, uno de los grandes desafíos de los próximos años. Y ahí es donde pueden entrar en juego las microalgas.

“Las microalgas se pueden cultivar en varios tipos de aguas residuales y tienen un alto potencial para eliminar contaminantes de los efluentes de industrias y áreas urbanas”, señala Rico. “De hecho, en entornos urbanos, la principal aplicación de las algas radica en la biorremediación de las aguas residuales para eliminar contaminantes del suelo y el agua.”

Por otro lado, las microalgas son organismos con una gran capacidad de almacenar CO2 de la atmósfera. De acuerdo con el CSIC, las microalgas son responsables de capturar y asimilar una importante cantidad de las emisiones de CO2 antropogénico, ya que realizan alrededor del 50 por ciento de la fotosíntesis que se produce en la Tierra.

“Las microalgas pueden capturar fotosintéticamente alrededor de 100 gigatoneladas de CO2 al año y convertirlo en biomasa útil. Esto las hace ideales para las estrategias de neutralidad de carbono”, explica Rico. Este secuestro biológico de carbono, añade, es un método muy atractivo porque implica la producción de biomasa que, a su vez, puede utilizarse como materia prima fácilmente renovable para generar productos como biocombustibles.

Fotografía: BBVA Sostenibilidad

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